Pese a toda la situación actual que estamos viviendo, una nueva Cuaresma llegó. Tan atípica o más, que la cuaresma anterior. Pero hoy de nuevo, es miércoles de ceniza y nadie puede negar, que es la hora de la reflexión, de la meditación y del ayuno. Se marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad. Así comienza el mensaje del Santo Padre, para este año 2021.
Este año, los nervios, la ilusión, los preparativos, los cultos, la entronización de las imágenes, serán vividos y percibidos de una manera muy distinta. Puede incluso, no llegarse a realizar, pues suspendidas las salidas procesionales, los trabajos de limpieza de las juntas de gobierno, los exornos florales y el montaje de los pasos, no se llegarán a ver en una Cuaresma que hoy comienza.
Muchos son los que llegada esta fecha programan un enorme calendario de actos cuaresmales, que compaginan con sus trabajos, estudios y familia, pues es un tiempo especial, que se vive con gran entusiasmo, a pesar de las horas que necesita dedicarle y que quita de otras actividades de ocio o familiares. Es una época de mucho estrés, pues sientes la necesidad de querer estar en todas partes con tu hermandad o hermandades, poniendo tu granito de arena, por mínimo que sea. Pero a la vez, necesitas disfrutar de los actos, celebraciones religiosas y escuchar la palabra del Señor, tan importante en esta fiesta. Es por ello, que fieles y cofrades que viven de manera especial la preparación de este tiempo de conversión y de duro trabajo, han de valorar lo que este año vamos a dejar de vivir y de experimentar, debido a la alarma sanitaria. Pospuesta quedará la esperanza para que el próximo año podamos volver a prestar atención a la preparación de los cultos, a los ensayos de las cuadrillas de costaleros, limpieza de enseres, jornadas cofrades en nuestra casa de Hermandad, celebración de actos religiosos, solidarios y de la comunidad.
Cada año, nuestro sentimiento unánime, ha sido el de arañar cada minuto de nuestra cuaresma personal para que, cuando todo haya acabado, quede en nuestra memoria la nostalgia de los buenos recuerdos: los ratos con tus hermanos hasta altas horas de la noche, mientras debatías con ellos sobre cofradías; el rato que tienes con tus amigos mientras admiras un altar de cultos o un vía-crucis por la calle y sientes como esa magia se apodera de ti impregnada de incienso.
Esta Cuaresma 2021, desde la Hermandad, te invitamos a vivirla desde la renovación de la fe y la caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza. Queremos que todos nosotros, experimentemos la fe de Cristo, en una reflexión personal e íntima con nosotros mismos y en familia, donde desgranemos cada mensaje y acción de lo que significa el tiempo cuaresmal.
La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.
Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).
La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.
Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.
Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2021
Llama a un amigo con el que hace tiempo que no te ves y comparte con él las experiencias y recuerdos del tiempo de cuaresma. Como la sientes, como la vives, que esperas de ella. Asiste a la imposición de la ceniza y medita sobre tus acciones con Dios. Admira la bella imagen de Cristo Ultrajado y su bendita Madre del Perdón. Vive intensamente el Viernes de Dolores, el Domingo de palmas y ramos de olivo y llega al Viernes Santo, visitando los templos por la mañana, para luego acabar escuchando un rosario o viendo la misa de la Pascua de Resurrección.
Disfrútala, desde hoy mismo y no la desperdicies, que en cuanto te descuides estará todo a punto de terminar, ya no habrá marcha atrás, hasta el año que viene…