Un año, trescientos sesenta y cinco dias esperando este momento.
No todas las mujeres tienen la oportunidad que tenemos nosotras, a muchas aunque quisieran, no las dejan, se lo niegan desde su entorno o desde su familia, o desde dentro de las hermandades, pues aun son discriminadas dentro de los pasos por los hombres y más triste aún, por algunos capataces. Por eso, y que si tengo la oportunidad y la suerte de salir bajo un paso, lo voy a decir bien alto, VIVA LA MUJER COSTALERA!!!!
Señora, ahora que estamos a horas, a minutos, de ser los pies de la Virgen y que solo por ella estamos aquí, vamos a demostrar porque somos pies de la Señora del Perdón. Por que nacimos del dolor de nuestra madre, vivimos y aguantamos las dificultades del día a día, fuimos creadas por Dios, para demostrar al hombre la paciencia, el sacrificio, el dolor, el trabajo y la fortaleza, de la que estamos hechas.
Cuando vayais a entrar bajo el Palio del Perdón haced lo que yo; primero ir y ver al Santisimo Cristo, con la caña entre las manos y decirle que ha llegado su día grande pero que no pierda de vista su espalda, porque su madre irá tras de él y por muy mal que vaya de fuerzas, yo que soy esta tarde sus pies, tú me ayudaras a traerla de vuelta.
Después ir delante de ella, Santa María del Perdón, y con la mano en el corazón, ahi bendita madre, darle las gracias, por estar hoy ahi junto a ella y permitirnos el honor de pasearla tras de su Hijo. Pues solo le pedimos que si las fuerzas me fallasen, ella me de el aliento para seguir y no desfallecer, pues por ella y por mis compañeras, esta también es nuestra tarde y venimos a disfrutarla. Pues después de unas horas, volveran a quedar 365 días para volver a llevarte sobre mis espaldas.
Y una vez debajo de Nuestra trabajadera, olvidaros de todo por un momento, pensar porque estais ahi, porque haceis esta penitencia y si no os viene nada a la mente, pensad en ella y contestarle diciendo:
«Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendita tu eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús….»
No todas las mujeres tienen la oportunidad que tenemos nosotras, a muchas aunque quisieran, no las dejan, se lo niegan desde su entorno o desde su familia, o desde dentro de las hermandades, pues aun son discriminadas dentro de los pasos por los hombres y más triste aún, por algunos capataces. Por eso, y que si tengo la oportunidad y la suerte de salir bajo un paso, lo voy a decir bien alto, VIVA LA MUJER COSTALERA!!!!
Señora, ahora que estamos a horas, a minutos, de ser los pies de la Virgen y que solo por ella estamos aquí, vamos a demostrar porque somos pies de la Señora del Perdón. Por que nacimos del dolor de nuestra madre, vivimos y aguantamos las dificultades del día a día, fuimos creadas por Dios, para demostrar al hombre la paciencia, el sacrificio, el dolor, el trabajo y la fortaleza, de la que estamos hechas.
Cuando vayais a entrar bajo el Palio del Perdón haced lo que yo; primero ir y ver al Santisimo Cristo, con la caña entre las manos y decirle que ha llegado su día grande pero que no pierda de vista su espalda, porque su madre irá tras de él y por muy mal que vaya de fuerzas, yo que soy esta tarde sus pies, tú me ayudaras a traerla de vuelta.
Después ir delante de ella, Santa María del Perdón, y con la mano en el corazón, ahi bendita madre, darle las gracias, por estar hoy ahi junto a ella y permitirnos el honor de pasearla tras de su Hijo. Pues solo le pedimos que si las fuerzas me fallasen, ella me de el aliento para seguir y no desfallecer, pues por ella y por mis compañeras, esta también es nuestra tarde y venimos a disfrutarla. Pues después de unas horas, volveran a quedar 365 días para volver a llevarte sobre mis espaldas.
Y una vez debajo de Nuestra trabajadera, olvidaros de todo por un momento, pensar porque estais ahi, porque haceis esta penitencia y si no os viene nada a la mente, pensad en ella y contestarle diciendo:
«Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendita tu eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús….»